La comparación es estremecedora. Y pone de relieve la escasa -o casi
nula- confianza de los ciudadanos españoles en el sistema político. Un dato lo
acredita. Entre 23 países pertenecientes a la OCDE -los más avanzados- España
se encuentra a la cola en cuanto a credibilidad de la acción de Gobierno. Y lo
que no es menos relevante. Su confianza en los partidos políticos es, incluso,
más baja. En mejor posición que España se encuentran Grecia, Eslovenia o
Portugal, mientras que los ciudadanos de Suecia, Holanda y Estonia son los que
más confían en sus gobiernos y, en general, en su sistema de partidos. Si en media docena de países más del 50% de la población confía en sus
políticos, en España apenas lo hace el 10%, muy por debajo del 35% que se
registra como media en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE), que, para su análisis, utiliza los últimos datos del
Eurobarómetro. La conclusión que saca el club de los países ricos en su informe anual
sobre la gobernanza política en la región es que muchos países económicamente
desarrollados “no están pudiendo cumplir plenamente la normativa sobre la
financiación y las donaciones de campaña de los partidos políticos o están dejando
lagunas que pueden ser explotadas por poderosos grupos de interés privados”. Recuerda que la captura de rentas se ha convertido, sostiene la OCDE, en
un problema para las democracias, ya que los donantes privados utilizan con
frecuencia los préstamos, cuotas de socios y financiación "para eludir los
límites de gastos o para ocultar las donaciones”.
El análisis de la OCDE incorpora un apartado sobre la financiación de
los partidos que concluye que España se encuentra entre los países que más
financian con dinero público a las formaciones políticas. De los 16 países
analizados, sólo los estados de Grecia y Turquía financian en mayor medida que
España. En concreto, el 87,5% de los ingresos de los partidos políticos procede
de aportaciones públicas. Por el contrario, en Holanda o Reino Unido
-democracias muy consolidadas- nada menos que el 65% del presupuesto de las
formaciones políticas procede de dinero privado. En Suecia o Noruega, países en
los que sus ciudadanos tienen gran confianza en su sistema político, más de uno
de cada cuatro euros que gastan los partidos son aportaciones privadas. Según la OCDE, lo que hay que hacer para mejorar la calidad de la
democracia es regular y aplicar sanciones más rigurosas para restaurar la
confianza de los ciudadanos en un momento en que los votantes de las economías
avanzadas están mostrando “desilusión con los partidos políticos” y temen que
los procesos democráticos pueden ser capturados por grupos de intereses
privados.
Mejores y peores prácticas
“La formulación de políticas no debe estar a la venta al mejor postor”,
dijo el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, durante la presentación
del primer informe de la Organización sobre la financiación política en una
reunión de la Red Parlamentaria mundial de la OCDE, un foro de legisladores de
los países miembros y asociados que compara las políticas y analiza las mejores
prácticas. La OCDE advierte que la globalización está complicando la regulación de
la financiación de los partidos políticos. Multinacionales e inversores
extranjeros “se integran cada vez más con los intereses comerciales
nacionales”, denuncia la OCDE. En la actualidad, 17 de los 34 países de la
organización prohíben las donaciones anónimas a los partidos políticos,
mientras que 13 únicamente prohíben su participación por encima de ciertos
umbrales. Cuatro estados, por último, lo permiten. Incluso cuando las donaciones no son anónimas, advierte la OCDE, los
países tienen normas diferentes sobre la revelación de la identidad del
donante.
En nueve países los partidos políticos están obligados a revelar
públicamente la identidad de los donantes, mientras que en los otros 25 países
partes lo hacen de acuerdo a una reglas. Dándose la circunstancia que sólo 16
países tienen límites en el gasto de las campañas electorales. La OCDE
considera que el establecimiento de límites “puede impedir una carrera” de
gasto que a la postre perjudique a los candidatos inicialmente con menores
recursos. La OCDE advierte que la falta de independencia en algunas instituciones
encargadas de la fiscalización deja grandes donantes con capacidad para recibir
favores, tales como recortes de impuestos, subsidios estatales, el acceso
preferente a los préstamos públicos o contratos de adquisición de bienes y
servicios (El Confidencial)
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