Ponerle la grabadora delante hoy en día al
piloto de una compañía 'low cost' europea equivale a hacerlo con el Chapo
Guzmán. Son necesarias conversaciones con intermediarios, negociaciones,
cláusulas de confidencialidad y nombres en clave. Todo para evitar que se
revelen detalles que permitan a la compañía en cuestión identificar a su
trabajador. No es solo que el piloto se arriesgue a perder
su empleo, nos repiten, sino que además puede acabar en los tribunales,
enfrentándose a abogados de primera línea en un proceso judicial por revelar
información confidencial y dañar la imagen de la empresa. Un vistazo a los antecedentes demuestra que
los miedos son fundados. Que se lo pregunten a John Goss, piloto de Ryanair
despedido a pocos meses de su jubilación y llevado a los tribunales en 2013 por
poner en duda las medidas de seguridad de la compañía frente a las cámaras de
Channel 4. Otros casos más recientes, como el de Ray Quigley, ocupan estos días
la atención de la prensa irlandesa y británica.
Después de una semana y media de gestiones y
varios intentos fallidos, al otro lado de la línea carraspea finalmente nuestra
fuente, dando por iniciada la conversación. “En las 'low cost' como la que me
da trabajo a mí”, arranca, “los salarios de los pilotos de plantilla son más
bajos que en las compañías tradicionales. Por ejemplo, el sueldo base de un
capitán de plantilla ronda los 60.000-70.000 euros anuales”. (En 2012, Iberia calculaba un salario medio de
207.000 euros brutos anuales por cada piloto, más de 13.000 euros al mes libres
de impuestos).
“Podría irme a Oriente Medio o Asia",
continúa, “pero para poder trabajar en Europa no hay muchas más opciones,
porque las grandes aerolíneas apenas contratan y sus salarios también han
disminuido. Además, no puedo decir que esté descontento en mi trabajo. Pero hay
muchos detalles de la política laboral que no comparto; y también hay mucho
miedo a hablar de todo ello por las posibles represalias”.
Autónomos en el aire
Un porcentaje elevado de los pilotos que
trabajan para compañías 'low cost' europeas son autónomos, contratados por
terceras empresas y cobrando por hora de vuelo, un minutaje que se contabiliza
desde el despegue hasta el aterrizaje. “Un capitán gana unos 145 euros brutos
por hora de vuelo. Para un copiloto, 83 euros. Y existe un máximo anual de 900
horas”. La suma arroja un sueldo anual máximo de unos 130.000 euros brutos al
año.
“De ahí tenemos que pagar después impuestos y
Seguridad Social, pero también revisiones médicas y renovaciones de licencias,
así como el uniforme y los gastos. Por ejemplo, si un piloto autónomo vuela
desde un lugar diferente a su base, la compañía no se hace cargo de hoteles ni
dietas, aunque sí suele haber un complemento de unos 20 euros extra por hora de
vuelo”, continúa.
“Ten en cuenta, además, que es una profesión
en la que la formación sale muy cara. Yo gasté más de 100.000 euros en hacerme
piloto”, dice. En su opinión, la peor parte se la lleva el personal auxiliar,
con salarios mucho más bajos y contratos que se extinguen cuando disminuye la
demanda. "En los meses de invierno, que se vuela menos, muchas azafatas se
quedan sin trabajo". Desde la European Cockpit Association (ECA), el
sindicato europeo de pilotos, llevan tiempo dando la batalla, intentando evitar
que la escala salarial y la protección laboral se desplomen, como pasó en
Estados Unidos. "La verdad, creemos que el contrato de autónomo está
viviendo sus últimos días. A finales de 2015, hubo tres decisiones importantes
en este sentido en Alemania, Noruega e Irlanda, que confirman la recalificación
de los contratos de autónomo a empleado. Como consecuencia, las compañías están
adaptando sus políticas de contratación. Ryanair, por ejemplo, tenía al 70% de
sus pilotos contratados así y ahora son menos del 50%", dice Ignacio
Plaza, consejero legal de la ECA.
Se resiente la seguridad?
El deterioro de las condiciones de trabajo
trae consigo, inevitablemente, un debate sobre la seguridad del transporte
aéreo. “En mi compañía no me han presionado poniendo en riesgo la seguridad, ni
hay protocolos diferentes a los de las compañías tradicionales. Honestamente,
nunca he tenido ningún problema”. “Sin embargo”, continúa nuestra fuente, “los
pilotos autónomos no cobran si no vuelan y, por lo tanto, pueden acudir a
trabajar aunque no se encuentren bien o estén enfermos. Otro problema es que se
persigue a aquel que eleva o hace pública cualquier duda sobre las medidas de
seguridad de la compañía”. Las condiciones laborales que describe el
piloto no admiten comparación con las que disfrutaban los pilotos de compañías
de bandera hace décadas, pero desde las empresas insisten en que se trata de
una transformación similar a la que han sufrido otros sectores profesionales en
los últimos años, en una industria que además crece a un ritmo vertiginoso. La
IATA espera que en 2016 haya unos 3.600 millones de pasajeros, 800 millones más
que en 2011. Tanto en el SEPLA como en el Colegio de
Pilotos (COPAC), destacan que se está produciendo un “deterioro profesional
generalizado”, un panorama en el que “cientos de pilotos españoles, y también
europeos, se han visto obligados a irse al extranjero, a países emergentes en
Oriente Medio o Asia”. Algunos acaban dejándose seducir por compañías como
Emirates, que cubre todos los gastos de los trabajadores y sus familias.
"Tengo un sueldo de 8.000 euros al mes y es todo ahorro porque pagan hasta
el colegio de mis hijos", explica uno de sus pilotos por teléfono.
Mientras, en Europa o Estados Unidos, inciden
los sindicatos, hay tanta oferta de pilotos que las compañías tienden a
preferir gente jóven y recién graduada, empleados más baratos pero con menos
horas de experiencia. A otros pilotos jóvenes consultados por El
Confidencial les molesta la imagen que se da en los medios de su trabajo en los
últimos tiempos. "No trabajo en una 'low cost', pero conozco a mucha gente
allí y hay muchas exageraciones, creo que alimentadas por los propios
sindicatos. Es muy caro hacerse piloto y aunque es una profesión con sus
inconvenientes y sacrificios, y no tan exclusiva como antes, sigue estando bien
pagada. No conozco ningún copiloto recién titulado que trabaje por menos de
2.000 euros. Eso con veintipocos años y los tiempos que corren...", dice
un capitán de una compañía de carga con base en España.
"Ha habido mucho paro con la crisis, como
en otros sectores, pero se está recuperando muy deprisa y siempre ha habido
opción de irse al extranjero y encontrar algo. Además, en las cifras que se dan
se habla de salarios base y no se tienen en cuenta los complementos, que pueden
ser incluso más. Se dice que hay pilotos mileuristas y eso es mentira. En
cuanto se adquiere un poco de experiencia, la cifra aumenta. Muchos ganamos más
de 5.000 euros al mes y estamos bastante satisfechos con nuestro trabajo”,
insiste.
Pagar para volar
Otra de las quejas más frecuentes entre los
jóvenes pilotos es el llamado 'pay to fly' (pagar para volar), un esquema de
contratación que en ocasiones se convierte en una fuente de ingresos adicional
para las aerolíneas. Desde la ECA, afirman que “el sistema de formación de
pilotos ya no funciona de manera eficaz” y aseguran que, en los últimos
tiempos, la mayoría de las aerolíneas han dejado de pagar la 'habilitación de
tipo', el entrenamiento que concede la licencia adicional que se necesita para
volar un modelo de avión determinado. Decenas de aerolíneas hacen negocio con
la formación de pilotos, en lugar de 'esponsorizarlos' como hacían hace años. De manera parecida a lo que ocurre en tantos
otros sectores, hacen dinero con las expectativas de miles de jóvenes que
buscan un trabajo estable y bien pagado. “Trabajar como piloto se percibe como
un privilegio por el que vale la pena endeudarse o invertir mucho dinero. Así,
cuando salen de la escuela de pilotos con una licencia que les ha costado más
de 60.000 euros, la mayoría tienen que financiarse también la habilitación de
tipo, y muchas aerolíneas les obligan a hacerlo con escuelas determinadas con
las que tienen acuerdos y que pueden llegar a pedir hasta 20.000 euros por
ello. Es un esquema con el que ganan dinero porque hay muchos jóvenes pilotos
desesperados y dispuestos a hacer cualquier cosa para trabajar”, dicen. Para terminar su entrenamiento de tipo, los pilotos
necesitan cumplir un número determinado de horas de vuelo, dependiendo de la
compañía y el modelo de avión. “Se está extendiendo la práctica de cobrar a
cambio de adquirir esa experiencia, restando dinero del salario o trabajando
casi gratis en un puesto que es indispensable para volar un avión”, se quejan
también desde el SEPLA.
“Yo me he negado a pagar para volar y no
consigo encontrar trabajo”, explica por teléfono Américo Cruces, un joven
piloto hispano-francés que consiguió su título en 2010 y que actualmente se
encuentra en la Isla de Guadalupe, intentando entrar en alguna aerolinea del
Caribe, después de haberlo intentando en varios países de todo el mundo.
“Tuve una oferta de Vueling, por ejemplo, pero
había que pagar la calificación de tipo y luego el salario base inicial rondaba
los 800 euros, así que no lo acepté. En el caso de Ryanair, hay que pagar
también 290 euros para entrar en el proceso de selección. Se paga a una empresa
que se llama CAE, que cobra 29.000 euros por la calificación de tipo",
dice.
"Después te contratan a través de
empresas como Brookfield Aviation y te descuentan del salario 20 euros por cada
hora de vuelo que haces hasta que se cumple la adaptación, que puede durar
entre 300 o 500 horas. Además, no te garantizan que vayas a seguir en la
compañía y pueden perfectamente coger a alguien que esté adquiriendo
experiencia para ese trabajo. En nómina, solo tienen a pilotos ya muy
experimentados”, continúa.
Recuperación y elitismo
De sindicatos a escuelas de pilotos, casi
todas las fuentes consultadas destacan la recuperación del sector a nivel
internacional, dejando atrás el fuerte impacto de la crisis, que generó altas
tasas de paro y rebajó las expectativas salariales y la protección laboral. Un
estudio reciente de Boeing estima que entre 2015 y 2034 se necesitarán 558.000
nuevos pilotos en todo el mundo, de los cuales, un 41% en Asia y un 17% en
Europa. La carrera de piloto vuelve a ser un plato apetecible. En FTE Jerez, una de las escuelas más
prestigiosas de España, cobran 115.000 euros en régimen de internado con
pensión completa para formar a nuevos pilotos en 64 semanas y sin habilitación
de tipo. Dicen haber pasado lo peor de la crisis y estar colocando ya de nuevo
a más personas de las que gradúan. Con todo, sindicatos y asociaciones de pilotos
insisten en que se trata de una profesión de acceso cada vez más elitista,
porque apenas quedan en pie programas para financiar los estudios de los más
aptos (uno de los últimos, el de Air Lingus y British Airways, ofrece unos 30 préstamos
al año, dinero que después descuentan de los primeros salarios). "La verdad es que antes se podía acceder
a la profesión de otras maneras, pero ahora es casi imposible hacerse piloto
sin un capital importante que invertir o sin hipotecar a tu familia. Pagar la
carrera de piloto cuesta ya casi tanto como un apartamento, y la mayoría de los
que consiguen sentarse a los mandos de un avión son de familias con un nivel
económico elevado, como la mía. A veces hijos de viejos pilotos", comenta
el empleado de Emirates (El Confidencial)
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